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La Tercera carta de san Juan (3 Jn) se asemeja a la segunda, pero está dirigida a una persona de nombre Gayo.
La carta menciona a varias personas (Gayo, Diótrefes y Demetrio), de las que no tenemos más información. Gayo y Demetrio pertenecen a aquellos que se han mantenido fieles a las enseñanzas recibidas. Diótrefes, por el contrario, ha estado oponiéndose al anciano (el autor de la carta) y a los otros hermanos de la comunidad.
También esta carta anuncia una visita personal del autor.
Como ciervo sediento en busca de un río, así, Dios mío, te busco a tí (Sal 42)
Deja tus preocupaciones al Señor, y él te mantendrá firme; nunca dejará que caiga el hombre que lo obedece (Sal 55, 23).
Depositen en él todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes (1 Pe 5, 7)
Cuando Dios entra en acción, sus enemigos se dispersan (Sal 68).
Llámame y te responderé; y te mostraré cosas grandes y secretas que tu ignoras (Jer 33,3).
Me llamará, y yo le responderé, y estaré con él en la desgracia (Sal 91).
Deja que él te instruya, grábate en la mente sus palabras (Job 22, 22).
Yo te instruiré, te enseñaré el camino, te cuidaré, seré tu consejero (Sal 32,8).
El Señor está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan con sinceridad. El cumple los deseos de los que lo honran; cuando le piden ayuda, los oye y los salva (Sal 18-19).
Pidan y recibirán; busquen y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abrirá la puerta (Mt 7, 7).
Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman (Rm 8,28).
Todo lo que Dios ha hecho es bueno; él, a su tiempo, provee a todas las necesidades (Eclo 39, 16).
No hay que preguntar ¿porqué esto? ¿porqué aquello? porque todo tiene un propósito (Eclo 39, 21).
No hagas mal, y el mal no te alcanzará (Eclo 7,1).
Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien (2 Tim 3, 16).