Este sitio se ve mejor con Firefox - navegador gratuito
La ciudad de Colosas estaba situada en Asia Menor, actual Turquía, a unos 175 km. al oriente de Éfeso. El evangelio no fue anunciado allá por Pablo sino por Epafras, su compañero (cf. Col 1.7). La comunidad cristiana de Colosas se companía principalmente de personas procedentes del paganismo (cf. 1.21;2.13).
De la carta (Col) se deduce que, después de la conversión a la fe cristiana, se presentaron en la comunidad algunas desviaciones doctrinales respecto de las enseñanzas recibidas. Se debió, posiblemente, al influjo de ideas corrientes en las religiones paganas y , en parte, también del judaísmo. Se empezó a dar importancia exagerada y aún a rendir cierto culto a los poderes angélicos, y a observar algunas prescripciones sobre los alimentos y sobre el calendario. Todo esto se basaba, con mucha probabilidad, en el conocimiento especial que algunos decían poseer. De esta manera, la posición de Jesucristo y de su obra salvadaora venía a perder la primacía, y la comunidad se separaba de la iglesia universal y de su enseñanza autorizada.
Esta carta fue escrita para corregir esas desviaciones. En ella se insiste en la verdadera posición de Cristo frente a las demás creaturas, y se sacan las consecuencias para la vida de la comunidad.
La carta comienza con una introducción compuesta de un breve saludo (1.1-2) y de una acción de gracias a Dios por la fe, el amor y la esperanza de los colosenses (1.3-8).
La parte central está organizada alrededor de tres temas.
Ante todo se recuerda a los colosenses la obra salvadora de Dios por medio de Jesucristo. Se exalta, en un bello himno, la primacía de Cristo sobre toda la creación y se insiste en la necesidad de permanecer firmes en la fe que los colosenses habían abrazado (1.9-23).
En segundo lugar, se recuerda de manera más explícita el evangelio predicado por Pablo: ese designio secreto que Dios ha dado a conocer y que especialmente se refiere al llamamiento de los que no son judíos a participar de la salvación que Dios ofrece por medio de Cristo (1.24-2.5).
En la tercera sección se pasa a la aplicación práctica de ese mensaje. Se pone en guardia contra las falsas enseñanzas de algunos y se exhorta a vivir la nueva vida juntamente con Cristo. De manera particular se recuerdan los deberes propios de la vida familiar (2.6-4.6).
En la despedida se hace mención de varios de los colaboradores de Pablo y se pide hacer llegar esta carta a la vecina iglesia de Laodicea (4.7-18).
Esta carta se asemeja en varios puntos a la Carta a los Efesios; también en Colosenses se habla de la prisión de Pablo (4.3), pero no se menciona un lugar concreto.
La Carta a los Colosenses presenta algunos puntos de diferencia, en el lenguaje y las ideas, respecto de otras cartas paulinas. Esto lo explican algunos por el hecho de haber sido redactada en una época diferente, o por la participación de un secretario. Otros consideran que la carta pudo haber sido escrita por un discípulo de Pablo, incluso después de la muerte de éste.
Como ciervo sediento en busca de un río, así, Dios mío, te busco a tí (Sal 42)
Deja tus preocupaciones al Señor, y él te mantendrá firme; nunca dejará que caiga el hombre que lo obedece (Sal 55, 23).
Depositen en él todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes (1 Pe 5, 7)
Cuando Dios entra en acción, sus enemigos se dispersan (Sal 68).
Llámame y te responderé; y te mostraré cosas grandes y secretas que tu ignoras (Jer 33,3).
Me llamará, y yo le responderé, y estaré con él en la desgracia (Sal 91).
Deja que él te instruya, grábate en la mente sus palabras (Job 22, 22).
Yo te instruiré, te enseñaré el camino, te cuidaré, seré tu consejero (Sal 32,8).
El Señor está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan con sinceridad. El cumple los deseos de los que lo honran; cuando le piden ayuda, los oye y los salva (Sal 18-19).
Pidan y recibirán; busquen y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abrirá la puerta (Mt 7, 7).
Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman (Rm 8,28).
Todo lo que Dios ha hecho es bueno; él, a su tiempo, provee a todas las necesidades (Eclo 39, 16).
No hay que preguntar ¿porqué esto? ¿porqué aquello? porque todo tiene un propósito (Eclo 39, 21).
No hagas mal, y el mal no te alcanzará (Eclo 7,1).
Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien (2 Tim 3, 16).
CARTA DE SAN PABLO A LOS COLOSENSES.mp3