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La segunda carta a Timoteo (2 Ti) se presenta casi como el testamento del apóstol, ya próximo a su muerte (2 Ti 4.6). En ella se repiten algunas de las instrucciones dadas en la primera carta y se añaden algunas nuevas.
En la Introducción, después de un breve saludo (1.1-2), hay una acción de gracias a Dios por la fe de Timoteo y el cariño que ha mostrado hacia Pablo (1.3-5).
La parte central de la carta comprende, ante todo, una exhortación a no avergonzarse del evangelio, de ese evangelio al cual Pablo ha entregado su vida. Timoteo también debe estar dispuesto a sufrir con valor como un buen soldado de Cristo Jesús (1.6-2.13).
Enseguida vienen algunas exhortaciones sobre la actitud que Timoteo debe asumir frente a los que enseñan doctrinas erróneas. Se le recuerda que esos errores son característicos de una época de crisis, y se le dan nuevas recomendaciones referentes a sus deberes pastorales. Finalmente, hay algunas instrucciones y noticias de carácter personal (2.14-4.18).
La carta termina en una breve despedida (4.19-22).
En la perspectiva en que está escrita la carta (cf. 4.6), este sería el último de los escritos de Pablo.
Como ciervo sediento en busca de un río, así, Dios mío, te busco a tí (Sal 42)
Deja tus preocupaciones al Señor, y él te mantendrá firme; nunca dejará que caiga el hombre que lo obedece (Sal 55, 23).
Depositen en él todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes (1 Pe 5, 7)
Cuando Dios entra en acción, sus enemigos se dispersan (Sal 68).
Llámame y te responderé; y te mostraré cosas grandes y secretas que tu ignoras (Jer 33,3).
Me llamará, y yo le responderé, y estaré con él en la desgracia (Sal 91).
Deja que él te instruya, grábate en la mente sus palabras (Job 22, 22).
Yo te instruiré, te enseñaré el camino, te cuidaré, seré tu consejero (Sal 32,8).
El Señor está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan con sinceridad. El cumple los deseos de los que lo honran; cuando le piden ayuda, los oye y los salva (Sal 18-19).
Pidan y recibirán; busquen y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abrirá la puerta (Mt 7, 7).
Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman (Rm 8,28).
Todo lo que Dios ha hecho es bueno; él, a su tiempo, provee a todas las necesidades (Eclo 39, 16).
No hay que preguntar ¿porqué esto? ¿porqué aquello? porque todo tiene un propósito (Eclo 39, 21).
No hagas mal, y el mal no te alcanzará (Eclo 7,1).
Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien (2 Tim 3, 16).
SEGUNDA CARTA DE SAN PABLO A TIMOTEO.mp3