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SEGUNDA CARTA DE SAN PABLO A LOS CORINTIOS EN AUDIO MP3

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Después de la carta enviada por Pablo a la iglesia de Corinto, que conocemos como I Corintios (véase Introducción a esa carta), las relaciones entre Pablo y esta comunidad se vieron afectadas por diversos acontecimientos, que sólo podemos entrever por las alusiones hechas en 2 Corintios (2 Co). En efecto, Pablo dedica gran parte de ella a hacer una defensa de su autoridad como apóstol y de sus actitudes respecto de aquella comunidad.

De 2 Corintios se deduce que, después de haber escrito I Corintios, Pablo hizo una segunda visita a esa ciudad, preocupado sin duda por la situacion de la Iglesia. Esta visita debió ser muy breve y, al parecer, no tuvo el efecto deseado. Más aún, durante ella y en forma directa o más tarde indirectamente, alguien lanzó un serio ataque contra la autoridad de Pablo, sin que la comunidad se pusiera de parte del apóstol.

El les envió desde Éfeso una carta muy severa, escrita enmedio de gran aflicción (cf. 2 Co 2.3-4), para hacerlos recapacitar sobre su actitud y hacer castigar al culpable (cf. 2 Co 7.11-12). Esa carta fue encomendada a Tito, con el encargo de restablecer el orden en la comunidad. El viaje de Tito tuvo plento éxito.

Pablo salió de Éfeso para Tróade, donde esperaba verse con Tito. Al no encontrarlo allí, se dirigió a Macedonia. Tito llegó a Macedonia y lo informó de la situación. Los corintios habían reconocido su error y habían castigado al ofensor (2 Co 2.12-13; 7.5-16). Sin embargo, todavía quedaban algunas suspicacias, que era necesario eliminar. Algunos acusaban a Pablo de no cumplir su palabra, ya que no había realizado la larga visita que les había anunciado en I Co 16.5-7. Por otra parte, parece que habían llegado algunos misioneros, judíos de Palestina, que negaban los títulos y la autoridad de Pablo en Corinto y le atribuían intenciones no muy rectas (2 Co 11.22; 12.11).

En estas circunstancias, les escribe Pablo esta carta, que hoy conocemos como 2 Corintios. En ella hace una larga defensa de sus títulos como apóstol y de su autoridad, y renueva su reconciliación con la comunidad, después de la ofensa recibida.

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Además, les anuncia una tercera visita (2 Co 12.14; 13.1) y los anima a continuar organizando la colecta en favor de los cristianos pobres de Jerusalén (2 Co 8-9).

En la carta se distinguen tres secciones principales, aparte de la Introducción (1.1-11) y de la Conclusión (13.11-13).

En la primera sección (1.12-7.16), Pablo hace ante todo una defensa de su actitud, al haber cambiado sus planes de viaje (1.12-2.17). En seguida les explica cómo entiende él su misión apostólica, al servicio de Jesucristo (3.1-6.10) y, finalmente, afirma su reconciliación con la comunidad, después de los penosos incidentes (6.11-7.16).

La segunda sección (8.1-9.15) se refiere a la colecta en favor de los cristianos de Jerusalén. Pablo los anima a ser generosos y les habla de las personas que han de ayudarlos a organizar esta colecta.

La tercera sección (10.1-13.10) es una nueva defensa de los títulos y autoridad de Pablo, negados por algunos. El tono aquí es más vehemente y directo.

Ciertas interrupciones en el desarrollo de las ideas, algunas repeticiones en los caps. 8-9, y la renovación del tema de la defensa en los caps. 10-13 (pero con diferente tono y, hasta cierto punto, con diversas perspectivas), plantean algunos interrogantes sobre la unidad literaria de la carta.

Algunos explican estas peculiaridades suponiendo que la redacción no se hizo en forma continua. Otros piensan que en esta carta tenemos reunidos fragmentos de varias cartas de Pablo, escritas en diversas circunstancias.

La redacción de la carta (al menos en su parte principal) puede situarse entre los años 54 y 57, ciertamente después de 1 Corintios.



Jesús y Maria

Como ciervo sediento en busca de un río, así, Dios mío, te busco a tí (Sal 42)

Deja tus preocupaciones al Señor, y él te mantendrá firme; nunca dejará que caiga el hombre que lo obedece (Sal 55, 23).

Depositen en él todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes (1 Pe 5, 7)

Cuando Dios entra en acción, sus enemigos se dispersan (Sal 68).

Llámame y te responderé; y te mostraré cosas grandes y secretas que tu ignoras (Jer 33,3).

Me llamará, y yo le responderé, y estaré con él en la desgracia (Sal 91).

Deja que él te instruya, grábate en la mente sus palabras (Job 22, 22).

Yo te instruiré, te enseñaré el camino, te cuidaré, seré tu consejero (Sal 32,8).

El Señor está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan con sinceridad. El cumple los deseos de los que lo honran; cuando le piden ayuda, los oye y los salva (Sal 18-19).

Pidan y recibirán; busquen y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abrirá la puerta (Mt 7, 7).

Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman (Rm 8,28).

Todo lo que Dios ha hecho es bueno; él, a su tiempo, provee a todas las necesidades (Eclo 39, 16).

No hay que preguntar ¿porqué esto? ¿porqué aquello? porque todo tiene un propósito (Eclo 39, 21).

No hagas mal, y el mal no te alcanzará (Eclo 7,1).

Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien (2 Tim 3, 16).










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